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viernes, 28 de octubre de 2011

HALO AUDITIVO 
En un cinema oscuro decidido a entrar se encontraba el hombre, las luces de los cigarrillos lo guiaron hasta un lugar aislado de desconocidos, de atmósferas incómodas y poco agradables, el camina, mira y mira y se sienta, abriga sus manos en las solapas de la chaqueta, se topa con una cajetilla, la mira, sonríe y la destapa, en silencio le confiesa, -perdóname había olvidado tu sonrisa- sus dedos largos y finos como los tallos de un lirio se abren y cierran para acercar hasta sus labios la boquilla del cigarrillo, y absorbe y su cuerpo muere, se pudre pero él lo ignora. Fija sus ojos en la pantalla, y escucha el murmullo de la voz de una chica asientos atrás que dice en voz bajita muy bajita- si me dices que me quieres te dejaré tocarme las tetas- y se ríen, y sus risas resuenan en el eco del cinema, una linda pareja de jóvenes. Revolotean las imágenes en la pantalla, pero a él no le interesa, ahora quería unas tetas para él y estaba triste. Una cabeza gira enfrente suyo, lo mira, le pide que se calle a pesar de estar en absoluto silencio, la figura se para en el asiento y salta de el a la derecha de Milano, lo toma de la mano, y le dice que ella es un fantasma, una amiga de decadentes desolados.

Ella lo veía, él no la miraba, sentía miedo, pero la delicadeza entre sus manos le hacía sospechar por breves instantes que ella en realidad no estaba muerta, la vió, la miró, y notó que su semblante era saludable incluso a la luz blanquecina de la pantalla, sonrieron y fingieron prestar atención a la película, - hace mucho que no nos veíamos- dijo ella,
- cómo que no.... esta mañana me viste en el bus pero no quisiste mirarme
- no, ese no eras tú-
 -¿Y entonces quien era?
- un empleado del sistema

miércoles, 8 de junio de 2011

EL CLUB DE LOS BRAZOS


Las luces giran dividen e intersectan la humedad sobre rostros casi ausentes, las faldas flotan entre el baile, la música desalmidona los cuellos de ejecutivos virginales, preguntas triviales entre futuros amantes. Cada viernes en la ciudad la libertad parece descomulgar la mente de multitudes candentes.

Un jefe estira el cuello, atento, observando sin ser visto, pone los codos sobre la mesa mientras fuma cigarrillo, el mapa axial es más notorio entre seres deprimidos. No baila, continua sentado - no le creo a las carcajadas- piensa mientras expulsa otra bocanada. Estira su rostro con las dos manos y la piel amarillenta parece desvincularse de su esqueleto, sobre la nariz gotas de sudor se instalan, seca sus gafas mientras mira con descontento el trasero de mujeres jubiladas. Intenta recordar su vida antes de los treinta, y se sumerge y vaga, recuerda a Estefi, sus codos, los movimientos de sus labios cuando no estaba segura, el modo particular en que giraba el cuello cuando estaba a punto de besarlo, de amarlo. Fumaban cigarrillo cuando llegaba el olvido,  ahora ya no había nada, cero.

 Nota que hay mujeres que sonríen a los barman, piensa que es porque algunos de ellos trabajan en prostíbulos. Sale de la disco, enciende el motor del auto y su mirada antes perdida fija su atención en su reflejo, nota arrugas en su rostro que antes no veía, percibe sus ojos sumergidos en una fuerte melancolía, y al final ya no importa nada, lo único que queda: pensamientos libidinosos con su secretaría. Su padre es alcohólico, su tío también y cuando se embriagan se vuelven gays recuerda la canción que le cantaban sus amigos.

lunes, 7 de marzo de 2011

Por qué nadie piensa en las jirafas

Nunca le dieron un diploma, especula conspiración. Sale en las mañanas por un periódico fresco, hace frío, y la gente se afea mientras bosteza caminando, los pájaros cantan cosas lindas en los arboles deshojados del frío bogotano, y lo típico, tráfico, lluvia, el panorama sombrío que se asoma en ciertas mañanas.Sube en la bicicleta mientras lía un cigarrillo, nadie mira, se esconde de lo ajeno, llega a una entrevista de trabajo, ¿el cargo?, secretaria, y ella la mira como si nunca hubiera visto a alguien de su especie, recorre con los ojos sus ojos, luego se dirige a sus mejillas, el cabello, cuello, sonrisa y por ultimo un tiempo notorio entre sus labios, pero no se incomoda, permanece  intacta, erguida. Nota que el tiempo ha bañado ese lugar, y no le gusta, le deprime, le preguntan que si sabe contabilidad, miente dice que si, le nombran un programa de ultima tecnología y asegura que lo conoce a la perfección, y miente y sigue mintiendo, pero no le creen y tampoco la quieren como su secretaria, entonces sale, se da cuenta que es mejor caminar que no hacerlo, y se sonríe... piensa en Mr brown, un negro asesino que conoció la semana pasada-¿y por qué lo mataste le dice ella? y el responde -Porque dijo que iriria y no llego nunca... a mi no me gusta la gente mentirosa, ella pasa saliva y el lo nota, y se ríen.....  se ponen serios...... y se ríen de nuevo.