jueves, 8 de julio de 2010

CUENTICO

Lo esperaba en mi casa mientras el televisor vomitaba luz e imagenes que giraban, retorcian, lloraban y gritaban hasta volver a su forma amorfa. Decidí que lo prudente sería ocultar mis garras, en forma de espiral, de
concha color bilis, la cola de unos 5 cm de grosor, los muslos peludos que fajé bajo un vestido color lavanda. Sonó el timbre y los muebles descendieron del cielo, todo pretendió normalidad. Al llegar él en su naturaleza me encontró ahi, blanca y pálida más de lo usual, con mi vestidito que reboloteaba por su mente, mis labios contraidos en espera de los suyos. Nos saludamos normalmente, lo invité a sentarse junto a mi, el llevo su mirada al televisor, lo desee tanto y tan en vano porque esa misma noche sería mi victima., continuo hablando de lo que hizo durante el día, pero yo ya no escuchaba, ya no era yo, esperaba el momento en que su belleza sublime desorbitara mi instinto humano, me preguntó algo y yo asentí, se acerco junto a mi pecho puso sus manos en mi rodilla, me rogo con benevolencia que nunca llegará su partida. Y ahi estaba entonces tieso, grueso y erecto, su esternocleidomastoideo, vivo, circulante de sangre palpitante. Todo sucedio en un breve instante, plafffff sangre como agua cristalina, sangre bella y pura del ser que amaba y me desconocia, entré en acción, chupé, mordí, chupé, mordí, chupé, mordí, bebí y morí.

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